Varios países de Centroamérica estaban atentos este miércoles al desplazamiento y evolución de una tormenta tropical con pronóstico de llegar a las costas de Nicaragua el viernes y potencial para ocasionar lluvias e inundaciones.
30 junio 2022 |
"Ya no es huracán, pero nunca se sabe porque estos eventos, estos episodios, estos fenómenos son muy cambiantes. Por ahora debemos dar gracias a Dios porque no es huracán", dijo la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, en declaraciones a medios oficiales este miércoles.
Murillo dijo que se mantienen las medidas preventivas porque debido a la estación lluviosa, "los suelos están suficientemente mojados" y la tormenta podría complicar las cosas en zonas vulnerables a inundaciones o deslaves.
La Defensa Civil, dependiente del Ejército, trasladó vía aérea y terrestre hacia la región del Caribe a tropas especializadas en búsqueda, salvamento y rescate que son parte de la Unidad Humanitaria "ante la amenaza de un posible ciclón tropical", según una nota de prensa.
La fuerza naval suspendió el permiso de "zarpes a las embarcaciones que tengan como destino mar abierto, bancos de pesca, comunidades costeras, islas o cayos adyacentes, hasta nuevo aviso".
Costa Rica anunció en la noche del miércoles una alerta naranja, que supone la activación de planes de emergencia para ayudar a la población, ante la llegada el viernes de un ciclón tropical que ingresaría por el caribe de Nicaragua y Costa Rica, según el último aviso del CNH.
En Honduras, el director de Centro de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos), Francisco Argeñal, informó que la tormenta, "dejará fuertes lluvias en todo el territorio hondureño durante 24 a 36 horas", principalmente en los departamentos de Colón, Gracias a Dios y el norte de Olancho, en el Caribe.
En El Salvador y Guatemala no se ha declarado alerta pero sus autoridades mantienen en observación el fenómeno.
En Guatemala, la temporada de lluvias que inició en mayo ha dejado 23 muertos y más de 1,6 millones de personas afectadas.
En noviembre de 2020 los huracanes Eta y Iota golpearon a Centroamérica en un lapso de 15 días entre uno y otro. Ambos fenómenos dejaron al menos 244 muertos por deslaves e inundaciones y 2,5 millones de afectados.