WhatsApp se torna el campo de batalla en el conflicto en Malí

Una verdadera guerra digital se libra en Malí junto con un conflicto yihadista que se ha cobrado miles de vidas: es la lucha para influir en las mentes jóvenes y el campo de batalla es el teléfono móvil.

05 noviembre 2019 |

"Los yihadistas de hoy están reclutando con WhatsApp. Tenemos que detener el derramamiento de sangre", dice, Hama Cisse, un imán moderado desde el centro de Mali en guerra.

Desesperado, el religioso explica que los encendidos sermones transmitidos a través de la aplicación de teléfono móvil por el líder yihadista Amadou Koufa, hacen que jóvenes de la comunidad étnica fulani se unan a sus filas.

El imán conoce a Koufa desde hace años. En los años ochenta estudiaron juntos el Corán y recuerda a un hombre que recitaba poemas de amor a cambio de unas pocas monedas.

Mucho más tarde, después de completar su educación religiosa en el extranjero, Koufa se reinventó a sí mismo como un radical, predicando una rígida versión del Islam.

Con una refinada oratorias y utilizando viejos resentimientos contra las élites, su mensaje fue directo al corazón de muchos jóvenes fulani, también llamados 'peuls', cuya comunidad de pastores ha luchado durante mucho tiempo contra la pobreza y el estigma.

Y canalizó este mensaje manteniéndose actualizado con la tecnología.

Sus sermones, que una vez fueron transmitidos por radio y luego distribuidos por casete de audio, ahora son transmitidos por WhatsApp, convertida en una especie de sistema de radio de esta región que siempre ha tenido una gran tradición oral. En un país donde casi todo el mundo tiene un teléfono móvil y donde aumenta el acceso a internet, la propaganda yihadista se extiende de esta manera como un reguero de pólvora hasta los rincones más aislados.

Muchos en la comunidad fulani conocen a un joven atraído a las filas de los Macina, milicia responsable de baños de sangre en el centro de Malí. Además del creciente número de muertos, cientos de miles de personas han huido de sus hogares y cientos de escuelas han cerrado, mientras los maestros huyen de los yihadistas.

Muchos responsabilizan a los fulani en su conjunto, ya que existen fricciones de larga data entre este grupo de pastores y los agricultores sedentarios. En la actualidad, actos de venganza contra esta comunidad se tornaron un elemento trágico casi diario.

La estrategia de división y provocación utilizada por los yihadistas es antigua, pero las tácticas son implacablemente modernas.

La tecnología digital se está utilizando para el reclutamiento. Fotos de cadáveres o pueblos incendiados y videos de enfrentamientos con el ejército son las armas utilizadas tanto para persuadir y como para escandalizar.

 

El contraataque de los moderados

Por miedo a represalias, Hama Cissé se ha callado durante mucho tiempo. Amenazado en varias ocasiones el imán no ha puesto los pies en Mopti, su tierra natal, desde 2016. Pero a sus 55 años este hombre ya no quiere dar el monopolio de la palabra a los yihadistas. 

El religioso realiza regularmente transmisiones de radio desde la capital, Bamako, en la estación de radio Fulani Tabital Pulaaku, y sus programas se retransmiten de inmediato a través de WhatsApp.

En una intervención este año durante el Ramadán, el mes de ayuno y oración para los musulmanes, Cisse apuntó directamente a Koufa y a aquellos que "reprimen sus palabras".

"Dijo que antes de venir, Macina [una región en el centro de Malí] no era islámico, que antes de que él apareciera todo era oscuridad. Le dije que no trajo el Islam a Macina; trajo a los Wahhabis, y no es lo mismo", dijo Cisse, refiriéndose a la rama radical del Islam inspirada en Arabia Saudita.

"Unos días después, Koufa dio una respuesta muy dura. Claramente, estaba enojado", señaló Cisse.

Otros que se han unido a la lucha afirman no tener un rango religioso, sino que simplemente desean poner fin a un tabú de silencio que creció a medida que ascendían los yihadistas.

Uno de ellos es Ousman Bocoum, de 36 años, que vende faldas de tela en un mercado en Mopti.

El comerciante, vestido con llamativa extravagancia, pasa sus momentos libres buscando en internet sermones que distorsionan el Islam y señalándolos a sus contactos, que luego los publican en sus grupos de WhatsApp y Facebook.

"Explico lo que realmente dice el Corán", dijo Bocoum. "Cada persona está en al menos una docena de grupos diferentes de WhatsApp, la gente reenvía los mensajes y generalmente tengo una reacción en una media hora".

Muchas de esas reacciones son insultos o amenazas, pero a menudo hay intercambios útiles.

"Mi fe me impulsó a actuar", dijo Bocoum, quien fue recibido por congresistas estadounidenses en una visita a Washington en julio.

"No lucho contra ellos, simplemente quiero que vuelvan a razonar", señaló.

El año pasado, dijo, organizó un "debate" con los hombres de Koufa en Mopti. "Aceptaron, pero luego, en el último momento, Koufa emitió un mensaje prohibiéndoles venir. Estaba preocupado por su seguridad".

Ese fracaso ilustra uno de los problemas de encontrar un terreno común a través del diálogo, un enfoque adoptado en junio por el grupo de expertos International Crisis Group (ICG) pero rechazado por el gobierno de Bamako.

 

¿Volver al arado? 

Bocoum también explora un camino innovador destinado a "deconstruir" la retórica de los yihadistas para que sea menos atractiva para los jóvenes.

En marzo estableció un grupo en Mopti llamado Asociación de Predicadores para la Preservación de la Unidad y la Paz Social.

El objetivo es recurrir a los doctores o maestros tradicionales en las aldeas que no están tentados por la idea de colaborar con Koufa y están dispuestos a brindar a los niños una educación coránica moderada.

A cambio, la asociación proporcionaría ayuda agrícola para los pobres y para las escuelas coránicas: cada aldea del programa reservaría cinco hectáreas para este propósito.

De esta manera, las familias que viven en áreas rurales que han sido abandonadas de hecho por el Estado reconstruirían la confianza en su futuro, y un círculo vicioso se convertiría en uno virtuoso, según Bocoum.

Y tal vez así los reclutas de la 'yihad' regresarían a casa.

"Los padres hablarían con sus hijos, los tíos hablarían con sus sobrinos, persuadiéndolos para que regresen a sus hogares y cultiven sus campos", dijo.

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