Las imágenes al servicio de las palabras: Cine documental en la Berlinale

El festival va llegando a su fin: Uno se da cuenta de cómo esta gran maquinaria, repleta de energía y furia en los primeros días, se ha ido relajando a lo largo de su agenda, para afrontar con una emoción calmada el fin de semana de los premios

18 febrero 2019 |

El festival va llegando a su fin: Uno se da cuenta de cómo esta gran maquinaria, repleta de energía y furia en los primeros días, se ha ido relajando a lo largo de su agenda, para afrontar con una emoción calmada el fin de semana de los premios. Siempre sucede igual: cuando a estas alturas uno mira hacia atrás, la sensación es de vértigo, por cómo todos esos días se han podido suceder de forma tan rápida, con tantísimos estrenos, invitados, entrevistas, espectadores... Aunque el festival nos ha puesto algo difícil el encontrar buenas obras, aquí van un par más que considero dignas de mencionar.

Ambos en formato documental, estos largometrajes encuentran en el found-footage el material necesario para narrar su historia de forma única. En primer lugar, 'Shooting the Mafia', de la directora Kim Longinotto y su editor Ollie Huddleston, nos traen la historia de la fotógrafa siciliana Letizia Battaglia, primera fotoperiodista italiana en documentar la brutalidad de los crímenes de la mafia. A través de un retrato personal repasamos años de la historia de su país: desde su infancia, con un padre cuyo miedo hacia el resto de los hombres lo obligaba a encerrarla en casa; su matrimonio, que terminó cuando ella decidió que era necesario poder tener un camino profesional, cosa que su marido le negaba; hasta el descubrimiento de la fotografía, a sus 40 años, y de su capacidad de expresión a través de las imágenes.

En paralelo, el relato sobre Italia (en concreto Sicilia) avanza, hasta llegar a los intensos años noventa, con los famosos juicios anti-mafia a numerosos integrantes de la Cosa Nostra, momento clave en la historia político-social italiana.

Directora y editor encuentran el buen equilibrio entre material de archivo, extractos de películas italianas de época y entrevistas actuales. Todos los fragmentos, al servicio del relato, sirven como complemento para entender la historia de una isla marcada por trágicos sucesos, así como de aquellas personas que dejan el miedo de lado para defender la libertad y luchar por los derechos de toda una sociedad.

Y en segundo lugar, 'Ne croyez surtout pas que je hurle', de Frank Beauvais, y editada por Thomas Marchand, se presenta como una obra atípica e increíblemente inspirada e inspiradora. Primer largometraje del director francés, en la línea de reflexión literaria de la sección Forum de este año, la película está montada en su totalidad a base de fragmentos de apenas unos segundos. Fragmentos todos ellos de centenares de películas que Beauvais tuvo ocasión de visionar durante apenas unos meses, en 2016, y que ilustran el periodo que vivió el autor, que nos narra él mismo con su voz en off y en formato de diario.

Reflexionando sobre su condición de adicto al cine, el formato de la obra se hace perfectamente aclaratorio y metalingüístico. Las imágenes, totalmente al servicio de un guión de calidad literaria, se componen a base de detalles en cine, cortes breves que muestran espacios, gestos, luces, momentos de transición, que sin duda logran describir las emociones de un autor que con enorme sensibilidad las disecciona de su historia original para insertarlas, con éxito, en su particular homenaje.

Una película que funciona probablemente tan sólo escuchándola, pero que nos recuerda la importancia de las imágenes en la experiencia cinematográfica. Una sucesión de imágenes por segundo que funcionan como una droga, provocando éxtasis, provocando un exceso de pensamientos propios que se entremezclan con la película, sin tiempo a procesar, sucesión de espejos más que ventanas, impresiones que pasan directamente al subconsciente, todo parte de la construcción de sensaciones que produce el cine. Y como hilo conductor, su voz que las enhebra, personal a la vez que universal, en tanto que trasciende la particularidad, para convertirse en reflejo de la historia y la condición humanas. Imágenes que construyen emociones, al servicio de las palabras.

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