La hormiga eléctrica, peligrosa para la biodiversidad, detectada por primera vez en Francia

La hormiga eléctrica se ha detectado por primera vez en Francia en el departamento del Var, en el sur del país. Su picadura es similar a una descarga eléctrica, de ahí su nombre. Este insecto es originario de Sudamérica y, aunque sólo mide 1,5 milímetros, los daños que causa a la biodiversidad pueden ser considerables.

26 octubre 2022 |

Théophile, un joven de 19 años aficionado a las hormigas, vio al animal por casualidad en Toulon en septiembre. El insecto de color naranja no estaba en su manual.

Hasta ahora, esta especie, originaria de Sudamérica, sólo se había observado una vez en Europa, en la región de Málaga (España). Pero cuando Olivier Blight de la Universidad de Aviñón la identificó formalmente en Toulon, "ya se trataba de una supercolonia, por lo que creemos que lleva allí más de un año”, dijo.

“El aguijón de la hormiga Wasmannia auropunctata es urticante y no es peligroso para el ser humano. Pero su presencia está perturbando los ecosistemas”, explica el investigador del Instituto Mediterráneo de Biodiversidad y Ecología de la Universidad de Aviñón. “Es una especie que va acompañada sistemáticamente de una reducción muy importante de la biodiversidad", subraya.

“En primer lugar, sobre los insectos y los vertebrados en general. Y luego puede haber una reacción en cadena sobre los animales que se alimentaron de los insectos desaparecidos. Así que puede haber impactos realmente importantes para la biodiversidad", advierte.

Se pondrá en marcha un plan de erradicación

La llegada de la hormiga eléctrica no está relacionada con el cambio climático sino con la globalización y el transporte de plantas ornamentales. Prueba de que el tema se está tomando en serio, la hormiga eléctrica está en la lista de especies preocupantes de la Unión Europea. Francia tiene tres meses para aplicar un plan de erradicación. Esta es la única manera de limitar su propagación.

De hecho, en Queensland (Australia), que esta hormiga ha colonizado desde 2006, ya se han gastado 30 millones de dólares en la lucha contra su erradicación. El investigador advierte de que, en Nueva Caledonia, en los bosques que han invadido, no se oye el sonido de los insectos.

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