¿Vuelta a los 70? Cuando la crisis energética llevó a Reino Unido a la 'semana de tres días' para racionar la electricidad

Las protestas mineras hicieron temer que se agotaran las reservas de carbón

11 octubre 2021 |

La historia no siempre se repite, pero suele rimar. Precisamente cuando se habla de que el fantasma de la estanflación amenaza con volver desde los años 70, la crisis energética que tanto daño está haciendo a Europa recuerda a lo ocurrido en Reino Unido en la misma época. Con unos precios de la electricidad y el gas natural en máximos históricos, algunos británicos no habrán olvidado lo sucedido entre 1973 y 1974, cuando los problemas en torno al sector del carbón hicieron al gobierno instaurar la 'semana de tres días' para racionar el consumo eléctrico.

A comienzos de los 70, la principal fuente de energía en Reino Unido era el carbón. Esto llevaba aparejada la importancia estratégica del sector minero y el relativo poder e influencia en términos laborales de los mineros. Con una inflación que campaba por sus anchas -la crisis mundial del petróleo arañaba-, los sindicatos de mineros empezaron a reclamar subidas salariales para no perder poder adquisitivo. La negativa del entonces gobierno conservador a los porcentajes exigidos agravó el choque, tambaleándose el suministro de carbón.

Aunque en una votación sindical celebrada en noviembre de 1973 la propuesta de huelga no salió adelante -en 1972 las reivindicaciones de los mineros acabaron en violentos episodios-, sí se aplicó una prohibición de las horas extraordinarias con el objetivo de reducir la producción a la mitad. Esta acción perjudicó a la industria del carbón.

Ante el miedo de que las reservas empezaron a agotarse, el Ejecutivo liderado por el conservador Edward Heath anunció el 13 de diciembre de 1973 un paquete de medidas para reducir el consumo de electricidad, destacando entre ellas la 'Orden del Trabajo de Tres Días', que entraba en vigor a medianoche del 31 de diciembre. La norma contemplaba que, a partir del 1 de enero de 1974, el consumo de electricidad de la actividad comercial se limitase a tres días consecutivos determinados por semana, prohibiendo a los comerciantes abrir más horas en esos días.

Aunque los considerados servicios esenciales (hospitales, supermercados o imprentas de periódicos) quedaban exentos, las cadenas de televisión tenían que dejar de emitir a las 22.30 horas para reducir el consumo energético. Los bares y pubs fueron los establecimientos que más lo notaron, ya que se vieron abocados al cierre. Las restricciones se levantarían el 7 de marzo de 1974.

La repercusión en la opinión pública fue notoria, mientras la cuestión devino en un pulso entre los mineros y el gobierno, si bien sin una conflictividad en las calles como la que se vio en 1972. Ahora que se ha visto al gobierno de Boris Johnson mandar a los militares a conducir camiones con gasolina hasta las estaciones de servicio por escasez de conductores, en aquella época se promovió que los militares transportasen el carbón y atendieran las centrales eléctricas. El principal representante sindical de los mineros exclamó: "¡No se puede excavar carbón con bayonetas!".

En medio de esta situación, Heath convocó las elecciones generales para febrero del 74 preguntando retóricamente a los votantes en la campaña que quién gobernaba Reino Unido: si el Ejecutivo o los mineros. En esas jornadas precisamente los mineros sí aprobaron la huelga. Las elecciones dejaron lo que se conoce como un hung parliament o 'parlamento colgado', con los conservadores con una mayoría de votos y los laboristas con más asientos en la Cámara de los Comunes. Finalmente, el laborista Harold Wilson volvió al poder con un gobierno en minoría y levantó la 'semana de tres días' subiendo enseguida el sueldo a los mineros. En octubre hubo nuevas elecciones y los laboristas reforzaron su mayoría.

Salvando las distancias con el presente, algunos encuentran paralelismos. "Con el bajo suministro de gas en Europa, los precios del gas han aumentado considerablemente. Esto debería amortiguar la demanda, en particular la de electricidad, al cambiar el comportamiento de los consumidores de energía. También puede provocar una versión del siglo XXI de la semana de tres días", expone en un comentario semanal reciente Paul Donovan, economista jefe de UBS Global Wealth Management.

"Las oficinas son ineficientes desde el punto de vista económico y medioambiental. La típica mesa de oficina estaba ocupada 24 horas a la semana antes de la pandemia, pero las luces se dejaban encendidas y la oficina se calentaba durante mucho más tiempo. En plenos confinamientos en Reino Unido y Europa el consumo de electricidad cayó más de un 10%. Cuando se levantó la normativa, los nuevos hábitos de trabajo mantuvieron el consumo de electricidad entre un 5% y un 10% menos durante gran parte de 2020", continúa Donovan.

Ante la perspectiva de un invierno complicado si las temperaturas bajan demasiado con precios en máximos, ¿cambiarán los hábitos laborales? "En el sector de los servicios, el trabajo híbrido implica que, por el momento, muchas personas acuden a la oficina sólo dos o tres días a la semana. El aumento de los precios de la electricidad podría hacer que más personas trabajen desde casa durante más tiempo en invierno, lo que reduciría un poco la demanda de electricidad", sentencia Donovan. Todos a mirar el termómetro.

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