Impotencia palestina para frenar posible anexiones a Israel

El barrio de Barhoum Saleh's está rodeado de asentamientos judíos, al punto de que el cartel de la calle donde tiene su taller mecánico está en hebreo, la mayoría de sus clientes son israelíes y necesita un permiso de Israel para ir a una playa que queda a media hora de auto.

13 septiembre 2019 |

El barrio de Barhoum Saleh's está rodeado de asentamientos judíos, al punto de que el cartel de la calle donde tiene su taller mecánico está en hebreo, la mayoría de sus clientes son israelíes y necesita un permiso de Israel para ir a una playa que queda a media hora de auto.

Pero a diferencia de sus vecinos judíos, no puede votar en las elecciones de la semana que viene.

Saleh es uno de 2,5 millones de palestinos de Cisjordania que no tienen voz en los comicios de Israel ni control alguno sobre la decisión de si los israelíes anexan todo o parte de los territorios ocupados, como ha amenazado hacer el primer ministro Benjamin Netanyahu. Con el proceso de paz estancado desde hace una década, tienen pocas esperanzas de contar con un estado propio en un futuro cercano.

A Saleh no le interesa mucho la política, solo querría que fuera más fácil llevar a sus hijos a la playa.

Los israelíes que llevan sus autos a su taller hablan todo el tiempo de sus viajes a la playa. Uno fue a las de Sinaí, en Egipto; otro estuvo de vacaciones en Tailandia. Pero mientras que ellos pueden entrar y salir de Cisjordania libremente, Saleh debe pedir un permiso especial para ingresar a Israel. Y no hay permisos para vacaciones en familia. Por ello, hace algunos años, llevó a su familia a la vecina Jordania, al puerto de Aqaba, sobre el Mar Rojo, a varias horas de auto.

“Mis hijos quedaron deslumbrados al ver el mar”, recuerda con una sonrisa. “¿Qué es eso?”, preguntaron.

Hay severas restricciones a los movimientos de los palestinos en la Margen Occidental del río Jordán, incluidos los que, como Saleh, viven cerca de grandes asentamientos. Su taller está a un paso de Elkana, el asentamiento donde Netanyahu lanzó su campaña electoral, prometiendo anexar partes de Cisjordania.

Los palestinos dicen que tienen buenas relaciones con los israelíes de los asentamientos, que compran en sus negocios. Pero no esperan que las elecciones cambien nada.

Maraei Maraei tiene una ferretería en Mas’ha, barrio de la Margen Occidental separado de Elkana por un muro y una puerta de metal. Los residentes de Elkana votan, los de Mas’ha no.

Maraei dice que “sería complicado anexar esta zona porque somos demasiados” palestinos.

“Ellos quieren la tierra, no la gente”, agregó.

Qué hacer con Cisjordania, capturada por Israel en la guerra de 1967 y que sería el centro de cualquier estado palestino, supo ser un tema dominante de las elecciones israelíes.

Pero en los últimos años perdió prominencia y casi no se ha hablado de ello de cara a los comicios del 17 de septiembre. Los rivales de Netanyahu creen que su amenaza de anexar más territorios no es seria.

Muchos prometen adoptar una actitud más firme ante Hamas, la organización islámica que gobierna la Franja de Gaza, y acusan a Netanyahu de ser demasiado tolerante ante los disparos de cohetes.

Los árabes de Israel, que representan un 20% de la población y se identifican mayormente con los palestinos, sí pueden votar. Pero no está claro si acudirán masivamente a las urnas, como para marcar la diferencia.

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